Qué es, que agentes etiológicos la causan y cuál es su tratamiento…

 

La placentitis es la inflamación de las membranas corioalantoideas causada por organismos oportunistas, bacterias y hongos, que ingresan a través  de cérvix vía ascendente causando abortos, liberación prematura de productos, septicemias y muerte perinatal. Esto causa cuantiosas pérdidas económicas para la industria debido fundamentalmente al tratamiento de las yeguas afectadas, muerte de productos y malos rendimientos de aquellos potrillos que fueron gestados por hembras que desarrollaron esta patología.

En la práctica, el diagnóstico clínico de placentitis ascendente se realiza en base a la clínica de la yegua que presenta algunos signos como: desarrollo prematuro de la ubre, descarga vulvar viscosa o purulenta, además de las evidencias ultrasonográficas de inserción y de aumento de espesor placentario. La totalidad de los acercamientos diagnósticos específicos se realizan solamente a partir de hisopados de descarga vulvar. El cérvix y su tapón mucoso juegan un papel muy importante como segunda barrera de defensa en yeguas preñadas contra bacterias oportunistas. Los organismos más comúnmente involucrados en yeguas diagnosticadas con placentitis ascendente son: Streptococcus equi subsp zooepidermicus, Escherichia coli, klebsiella pneumoniae, Pseudomona aeruginosa, Salmonella spp, Candida spp y Leptospira interrogans, entre otros.

El tratamiento de placentitis ascendente está dirigido fundamentalmente a la eliminación de los agentes etiológicos involucrados mediante el mal uso de antibióticos. La terapia también se dirige a mantener la quiescencia de la actividad miometrial uterina y al control de la respuesta inflamatoria para evitar la posible liberación prematura del concepto. El tratamiento con antibacterianos se realiza comúnmente combinando penicilina-gentamicina o sulfa-trimetoprim y ceftiofur sódico, además de progestinas (altrenogest) y antiinflamatorios no esteroidales (meglumine de flunixin, fenilbutazona, ácido acetilsalicílico). La mayoría de los investigadores concuerdan que el tiempo de  tratamiento debería extenderse hasta el momento del parto y como mínimo hasta una semana post-parto.